Cuando una pareja acude a una visita de fertilidad, en un primer momento se analiza la muestra de semen del varón mediante un seminograma. Esta prueba nos da información sobre diferentes parámetros: concentración, volumen, motilidad, pH, viscosidad, color, etc., que permite hacernos una primera idea sobre la muestra.
Sin embargo, existen otras pruebas “no básicas” que permiten completar el estudio del varón en los casos que sea necesario. Nos referimos al test de fragmentación y FISH en espermatozoides.
La fragmentación del ADN espermático mide el daño que se puede encontrar en el material genético del espermatozoide. El ADN contiene la información genética que se transmite de generación en generación y en ocasiones puede dañarse y romperse por distintos factores. Estas roturas en el ADN es lo que se denomina fragmentación.
Si el porcentaje de roturas es superior a los valores de normalidad, puede provocar problemas en la fecundación o afectar al desarrollo embrionario, incluso predisponer a sufrir abortos. Para reducir en la medida de lo posible estos efectos, en los casos donde la muestra del varón tenga la fragmentación de doble cadena elevada, emplearíamos para la selección espermática el Chip Fertile. Se trata de un portaobjetos con dos cámaras, una de entrada y otra de salida, conectadas a través de un canal de microfluidos. La muestra de semen se coloca en la cámara de entrada del dispositivo y, pasado un tiempo, se escogen los espermatozoides que han alcanzado la cámara de salida.
Una limitación para su uso es en caso de pacientes con factor masculino severo, ya que será complicada la recuperación de suficientes espermatozoides. Tampoco está aconsejado el Chip Fertile para muestras seminales congeladas previamente.
Otra técnica que se puede realizar es el FISH (Fluorescence in situ hybridization) de espermatozoides, que permite cuantificar cuántas copias de un cromosoma contiene cada espermatozoide. Por lo cual, se puede calcular el porcentaje de espermatozoides aneuploides en un eyaculado.
Al igual que ocurre en el caso de la fragmentación, estas alteraciones se dan en la naturaleza, y son normales siempre que estén por debajo de unos porcentajes determinados. Sin embargo, un porcentaje alto de espermatozoides con cromosomas alterados se ha asociado a un mayor número de embriones anómalos, que pueden no implantar o dar lugar a abortos y, en un pequeño número, dar niños nacidos con algún tipo de patología.
Desgraciadamente no existe nada que podamos hacer para modificar el número de cromosomas de un espermatozoide si ha salido alterado. Lo que sí se puede hacer es, una vez producida la fecundación in vitro del óvulo, seleccionar el embrión con la carga genética correcta. Esto se denomina Diagnóstico Genético Preimplantacional (DGP).
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María Pombar Gómez
Embrióloga
IMAGEN: https://www.riberasalud.com/ribera-lab/fragmentacion-espermatica/
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