CENTRO MÉDICO Y FERTILIDAD

Comenzamos la semana y esta nueva entrega de la Miniserie resolviendo el misterio que dejamos abierto en el capítulo anterior.

¿Qué ocurre cuando la calidad de la muestra seminal no es buena y no podemos realizar la fecundación de los óvulos mediante Fecundación In Vitro (FIV) convencional?
En los casos donde no tenemos un número suficiente de espermatozoides o los que hay no se mueven bien (o se da una combinación de ambas cosas), realizamos la FECUNDACIÓN MEDIANTE INYECCIÓN INTRACITOPLASMÁTICA DEL ESPERMATOZOIDE O “ICSI”.

¿Inyección? Seguro que al momento os ha venido a la mente la típica imagen de reproducción asistida donde se ve una aguja pinchando un óvulo, ¿me equivoco? Pues habéis acertado, pero vamos paso por paso para ver cómo llegamos hasta ahí…

Partimos, al igual que en la otra técnica de fecundación, de la muestra con los espermatozoides seleccionados y con los cúmulos obtenidos tras la punción.

En primer lugar, para esta técnica necesitamos “desnudar” el óvulo (recordad que era una especie de “huevo frito”, capítulo 3). Es decir, lo primero que hacemos es retirar las células foliculares y de granulosa que rodean la parte central, donde se encuentra el óvulo propiamente dicho, que es lo que ahora nos interesa.

En este momento, con el óvulo “desnudo”, podemos valorar su estado de madurez. Sólo aquellos óvulos maduros serán capaces de ser fecundados. Y ahora sí, podemos comenzar la microinyección en sí misma.

Pero para ello debemos preparar primero el “terreno de juego”. Comenzamos poniendo en una placa unas gotitas de medio y en cada una de ellas introducimos un óvulo. Por otro lado, pondremos otra gota de un medio diferente al primero, donde colocaremos una pequeña cantidad de los espermatozoides seleccionados. Recordad que estos espermatozoides son los más rápidos y hábiles, y por eso este nuevo medio contiene una sustancia que nos ayuda a que se muevan más lentos y facilitarnos así la “caza” de los mismos. Todo el proceso de ICSI se realiza con ayuda de un microscopio potente y unas agujas muy finas que nos permiten controlar en todo momento los movimientos con precisión.

¡¡Y comienza el juego!! En primer lugar, buceamos con una de las agujas en la gota donde están los espermatozoides. Cuando seleccionamos uno, le damos un ligero golpe para detener su movimiento (no nos interesa que cuando entre al óvulo destroce su interior con el movimiento de la cola). Ya tenemos el espermatozoide en la aguja, por lo que el siguiente paso es desplazarnos a una de las gotas donde espera el óvulo. Con ayuda de la otra aguja lo colocamos y fijamos para que no se mueva, y en ese momento lo pinchamos para introducir así el espermatozoide en su interior.

Esta técnica supone un empujón extra de ayuda para que se produzca el encuentro entre el óvulo y el espermatozoide, pero el fin es el mismo que con la otra técnica de FIV convencional, conseguir la fecundación del mayor número de óvulos.

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Feliz día,
María Pombar Gómez
Embrióloga

 

IMAGEN: tomada de Vector Stock