Tanto la leche como sus derivados son alimentos que pueden utilizarse durante el embarazo, aparte de su valor alimenticio tiene una serie de componentes que los hacen muy indicados para este periodo de vida en la mujer, entre los que destacaremos, el ácido fólico que ayuda a prevenir las alteraciones neuronales del embrión sobre todo en el primer trimestre, la a vitamina A que ayuda a mejorar la visión en la embarazada, y el zinc que está involucrado tanto en el desarrollo del cerebro fetal, como en la elaboración de anticuerpos , y el calcio y la vitamina D en la formación de los huesos.
Con relación a su consumo es aconsejable que la leche no se tome cruda, sino siempre acondicionada para eliminar los gérmenes que puedan transportar y ser nocivos tanto para la madre como para el feto. Los métodos para higienizar la leche son: la pasteurización que es someterla a temperaturas por debajo de 100 grados, eliminando los gérmenes más dañinos, tienen que estar en frigorífico y su caducidad suele ser de una semana. El otro método es la esterilización cuando se somete a temperaturas de 135 grados o más destruyéndose mayor número de gérmenes, en este caso pueden estar a temperatura ambiente y además el consumo se puede alargar en varias semanas.
En cuanto a la cantidad que hay que consumir para ayudar a un buen estado de salud tanto a la mujer como al feto, se recomienda entre 3 y 4 raciones al día. Sabiendo que una ración equivale a un vaso de leche (250 ml) , 2 yogures, 40 gramos de queso curado o 80 g de queso fresco.
En el caso de alergia o intolerancia, existen alternativas en el mercado como pueden ser las leches de origen vegetal (también llamadas bebidas vegetales) como la leche de arroz, de avena, la leche de mijo, de soja o de almendras, entre muchas otras.
En el caso de consumo de quesos, es recomendable siempre leer bien la etiqueta para asegurarse que están elaborados con leche pasteurizada, teniendo que suprimir su corteza antes de consumirlos.
Es preferible no abusar de los quesos muy curados porque tiene un alto contenido en grasa saturadas y de sal. Siendo más recomendable los quesos frescos tipo de Burgos.
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Gregorio Manzanera